Llega septiembre y con él esa invención de la depresión postvacacional. Porque en realidad no estás deprimido. La depresión es algo más serio que dura mucho más en el tiempo y tiene efectos más severos en tu vida. No. Lo más seguro es que estés agitado por un cóctel emocional que incluye sentimientos de tristeza, aburrimiento, miedo, desánimo, pereza… condimentado de idealizaciones varias y pensamientos catastrofistas si miras al futuro inmediato.
Claro. Las vacaciones son un paréntesis ilusorio, no necesariamente idílico, un túnel que recorremos y que nos devuelve detrás de las rejas de una rutina que no es todo lo bueno que nos gustaría. Y además, al otro lado de esas rejas lo vemos todo más bien tirando a negro. Porque esas vacaciones parecen haberse esfumado. ¡Apenas unas horas en el trabajo y es como si nunca nos hubiéramos ido!
La dureza de esta confrontación con la realidad depende fundamentalmente de tres variables:
– Lo bien que nos lo hayamos pasado en las vacaciones (para algunos volver al trabajo es una liberación).
– El sentimiento que experimentemos con la rutina a la que volvemos.
– La percepción de nuestras posibilidades de cambio.
Es cierto que es normal que sea necesario un pequeño efecto de reajuste, no somos máquinas. Pero cuando el resquemor pasa a mayores es bueno hacerse preguntas. ¿Estoy contento con la realidad que vivo? ¿Qué quiero? ¿Cómo puedo conseguirlo? El conflicto entre lo que vivimos en las vacaciones y nuestra rutina «normal» puede poner de manifiesto necesidades profundas, más allá de un velero, estar tumbado a la bartola o comer en restaurantes todos los días. Si rascamos sobre la superficie, podremos encontrar conceptos como: diversión, espacio, cariño, seguridad, tranquilidad, desarrollo laboral, ilusión… Ya sea en lo profesional o en lo personal.
El último punto (el cambio) suele olvidarse y nos conformamos con una resignación rutinaria salpicada de escapadas de fin de semana, en el mejor de los casos. Por eso es bueno tener en cuenta al mediador natural entre el punto donde estamos y donde queremos estar: los objetivos.
Tanto desde la psicología cognitivo conductual, e incluso desde el coaching (el bueno, no el de los vendehumos), está demostrada la relación entre pensamiento-sentimiento y conducta. Si introducimos en nuestro esquema mental un objetivo significativo podremos empezar a cambiar nuestros paradigmas y programas mentales para experimentar una realidad diferente.
¿Cómo plantearse objetivos significativos que podamos cumplir? Y que además supongan una solución a esa realidad que no nos gusta. Ser capaces de buscar nuevos horizontes apetecibles y generar nuevas oportunidades, de modo que podamos reencuadrar el «hoy» en un marco más prometedor. Aquí tienes unos puntos a tener en cuenta:
1.- Ahora es el momento adecuado. Estadísticamente hay tres puntos álgidos en el año en el que nos planteamos nuevos proyectos: año nuevo, nuestro cumpleaños y adivina… sí septiembre después de las vacaciones del verano (la famosa vuelta al cole). Ahora más que nunca el mundo conspira a tu favor, te permite ir de menos a más. Es un excelente momento para empezar.
2.- Proponte algo tuyo, no de los demás. Si dejas de fumar porque algún amigo lo ha dejado, si pierdes peso solamente porque te lo dice tu pareja, si estudias inglés porque parece que es lo que toca… lo más seguro es que no funcione. Hacer las cosas para los demás queda muy bien, pero si no hay una motivación intrínseca que nos empuje, iremos perdiendo fuelle. Elige algo que tengas ganas, que te mueva solo de pensarlo, que le encuentres auténtica utilidad, que te ilumine la cara cuando lo digas.
3.- Encuentra la necesidad que hay debajo. Necesidad es una palabra de la que solemos huir y no nos gusta. A veces hay algo en nosotros que clama “Yo no necesito nada!”. Otras veces creemos necesitar algo que en el fondo no necesitamos en absoluto. Lo que es irrefutable desde los estudios de la Psicología y la Inteligencia Emocional, es que detrás de todo deseo hay una necesidad que busca ser cubierta. Una buena manera de conectarnos con ella es preguntarnos para qué vamos a hacer algo. Tirar del hilo hasta que demos con algo potente.
4.- Ve a por un reto, afronta tu imposible. Es verdad que desde el coaching muchas veces se afirma que todo es posible. Yo no estoy de acuerdo con este planteamiento extremo. La clave es conectar de verdad con uno mismo y con nuestro entorno, llegar a un equilibrio que nos acelere el corazón e incluso nos dé cierto vértigo. Una buena prueba es sentir esa pereza que nos tira para atrás y esa pizca de miedo que nos incita a estar donde estamos. Perfecto, porque la resistencia al cambio es señal de que tenemos algo bueno entre manos. Introduce la sorpresa en tu vida. Permítete ser otra parte de ti, descubrir algo nuevo que no esperabas.
5.- Plantea tus metas en positivo. Para nuestra mente no es lo mismo perder peso que estar más delgado. En general, el cerebro sintoniza mejor con el sí que con el no. Muchas veces el no pasa a ser obviado. Es decir, que si te digo que no, ojo, que NO pienses en un elefante rosa volando por cielo moviendo la trompa, seguro que estarás pensando en ese elefante aún ahora mismo. Así, si quiero dejar de fumar, lo que se me vendrá a la mente es “fumar”. Lo mejor será reencuadrar el objetivo en un marco que permita una lectura enfocada en la solución más que en el problema.
6.- Sé muy concreto y conciso. Los avances en neurociencia confirman que cuanto más seamos capaces de definir nuestra meta, ponerle números y acotarla en fechas, más energía tendremos para llevarla a buen puerto. Ser feliz es mucho más vago e impreciso que trabajar de x y ganar 1500€ al mes el 31 de enero de 2015. Tampoco son buenas aquellas metas que expresadas parecen un relato corto. Hay una fórmula de 7 +/- 2 palabras para aquellas metas que empiezan por “Yo quiero…” Y funciona bastante bien, haz la prueba. Y sí, hay que acotar la meta en el tiempo, ponernos una fecha nos mueve.
7.- Es importante que la meta dependa de ti. Es bueno que el conseguirlo, el sí final dependa de nosotros. No quiere decir que renuncies a metas de encontrar un trabajo X o encontrar pareja. Sí que te plantees submetas de modo que tengas tus éxitos que te impulsen igualmente si no obtienes el resultado que deseas. Puedes maximizar tus opciones para optar a un puesto de trabajo y estar contento aunque no te cojan en una entrevista. Hay casos en los que hay muchas variables que condicionan nuestro éxito. Si te lo curras, no hay fracaso, sólo feedback. Perseverar en el cambio es una virtud que a la larga te llevará a conseguir lo que te propones. Practica coletillas como “No lo he conseguido… aún”
8.- Ve a por pocas metas, pero muy significativas. Practica la síntesis y busca el hilo conductor replanteando una meta que recoja un para qué común a varios objetivos. Mejor condensar tus energías en un río con mucha agua que en muchos afluentes que se secarán antes de llegar al mar. Por desgracia, no tenemos ni tiempo ni energía infinitas, ésta es una buena forma de optimizar tus recursos.
9.- Crea tu simbolismo. Estar más delgado es más que perder 10 kilos o pesar 80 kilos. Puede ser también aceptar la mejor parte de uno mismo, puede ser dar un primer paso saludable para tener un hijo, puede ser estar como quieres estar, estar en paz. Escribir un relato corto es más que juntar letras y palabras en 10 folios puede ser expresarte, crear tu espacio, compartirte, abrirte al mundo, expandir un talento expresivo familiar que ha estado oculto. Encontrar un trabajo X puede ser tener la tranquilidad y la seguridad que necesitas para lanzarte definitivamente a la partenidad/maternidad. En esto consiste la motivación.
10.- Reajusta tus planteamientos iniciales. Muchas veces no somos realmente conscientes del esfuerzo y el tiempo que requiere algo hasta que nos ponemos a ello. En estos primeros contactos, es bueno permitirse un ligero reajuste para situarnos en un reto alcanzable. Ligero, no vale bajar el listón para que puedas pasarlo andando, eh?
11.- Establece puntos de control y seguimiento. Es importante tanto para estos reajustes anteriores como para tener fechas de referencia que nos motiven y nos pongan un poco de presión sana. También resultará muy gratificante y renovador el comprobar que vamos por buen camino.
¿Qué me dices? ¿Tienes algún objetivo ya en mente?