Llevo unos días ilusionado esperando a ver si evolucionan los trámites para ser noruego. Fiordos, respeto profesional, buenas condiciones sociales… Justo a tiempo. ¡Estoy harto de tanta mandanga nacional!
Y hoy me encuentro con que mi compromiso con #hazteextranjero parece que se va a quedar en agua de borrajas. ¿Sabes a qué me refiero? La última campaña de Campofrío viene dispuesta a dar que hablar:
«¿Si te haces es con todas las consecuencias? ¿Me afectará al carácter?»
Después de verlo, me preocupa Chus Lampreave y alguna de sus preguntas y decires.
Ante todo querida Chus, tranquila. La identidad personal de cada uno va más allá de la nacionalidad del DNI. Aunque seas sueca, entre otras cosas podrás seguir disfrutando de esa maravillosa tecnología extranjera, porque lo que es nuestra, difícil. También podrás seguir cocinando para quince y hartarte de dar abrazos, tanto a los hijos que viven en tu casa porque han perdido la suya, como a los nietos que cuidas porque sus padres trabajan doce horas. Tranquila, que no olvidarás el once titular y los suplentes de tu equipo de fútbol favorito (eso ya lo dabas por hecho, ¿eh pillina?). También podrás seguir hablando inglés como te dé la gana, y en voz tan alta como te dé la gana. Podrás seguir diciendo cosas como que en Alemania no hay cómicos y luchando aunque no tengas fuerzas. Y, por supuesto, podrás recargar esas fuerzas yéndote de bares hasta las siete de la madrugada y hasta de after, invitando aunque no tengas un duro.
Porque, por fortuna, y al contrario de lo que dices, Chus, puedes hacerte y rehacerte las veces que quieras. Puedes ser como quieras. Otra cosa es lo que quieras hacer y la realidad que quieras vivir. Ahí harás lo que puedas o lo que te dejen. Chus, no creo que se trate de elegir un país «molón» ni ser del G8. Tener trabajo, aspirar a un sueldo digno, compatibilizar vida personal con la laboral, tener hijos antes de los 40, que haya una justicia independiente, políticos más responsables, educación avanzada, apuesta por la cultura… Más bien creo que van por ahí los tiros Chus. Algunxs aspiramos a algo más que a sobrevivir y esto no quiere decir nadar en un mar de monedas. Entiendo que te sorprenda, cosas del salto generacional.
Tranquila que, hasta donde yo sé, Campofrío no es precisamente una referencia en temas de desarrollo de la personalidad y como prueba de que seguirás siendo como quieres ser, tienes autores más fiables: Perls, Dilts, Seligman, Rogers y demás. En nuestra personalidad confluyen diversas identidades y a ninguna le deja indiferente este spot.
Como publicista, entiendo la intención y comprendo la complejidad del punto de partida. Un cliente que quiere vender el producto patrio y sus valores, dar un mensaje positivo por encima de la realidad, quedarnos con lo bueno, con lo sencillo. Claro que desde el principio estamos hablando de una palabra tabú y conflictiva en su significado: España. Así que la palabra se obvia (no aparece en todo el spot) y se toma la decisión de ir al sentir común. Hasta aquí bien y me parece inteligente. Ahora, los topicazos, la vuelta a lo sencillo y el discurso de abuela, pues ya está muy visto, muy dicho y creo que muchos del público objetivo estarán más que hartos de lo mismo.
El spot está bien rodado, como los de antes. Cuenta una historia, los actores transmiten, tiene cierta gracia y hay momentos de sonrisa. ¿Y entonces? El cierre, el mensaje final me parece terrible por conformista. En serio, ¿a esto aspiramos?
Algunos creativos dicen que nos estamos volviendo demasiado críticos, que nos tomamos todo demasiado en serio, que la gente está quemada. Quizá sea esto. Para mí, más bien algunas condiciones laborales hacen que muchos creativos se pasen demasiado tiempo en las agencias, desconectados de una importante realidad social. Hablan con, y se relacionan con publicitarios, por afinidad y quizá porque los ritmos son difíciles de compaginar con personas de otras realidades. La endogamia de ciertos sectores se cobra un precio que, en el caso de la comunicación, es más sangrante.
El humor está ahí, hay productos y temas que lo admiten mejor que otros. Los embutidos lo admiten, pero desde luego banalizar la situación actual a base de tópicos (otra vez) es una opción arriesgada, requiere de un tacto muy fino y sobre todo, una conexión profunda con lo que es una difícil realidad para muchos, que va más allá de ir al bar a partir de las siete de la tarde. Claro que, ante las críticas es más fácil decir que hay muchos rancios y amargados, que no lo hemos entendido… que admitir un error de sintonía. Para algunos, el territorio de «soy español, a qué quieres que te gane», ya es tierra quemada. El resultado de la comunicación está en la respuesta que obtenemos y por lo que puedo ver por aquí y por allá, está bastante polarizada. No sé si era esto lo que querían o esperaban.
Como consumidor, veo una incoherencia en la primera fase teaser en la que te invitaban, con gracia, frescura e ingenio, a iniciar los trámites de tu nueva nacionalidad a este spot en que se revela el asunto. Ahora me siento un poco estafado. ¡Yo quiero ser noruego! Que ya abrazaré a quien me dé la gana y quien me deje. Pero esto… esto es como ir a ver El Bosque esperando ver una peli de miedo y encontrarte un bodrio de amor puritano. Además, lo que dicen igual podría aplicarse a los italianos y griegos. Topicazos del sentir latino.
Como psicólogo que viene de lo social, veo un discurso demagógico que podría haber firmado el actual Gobierno. Centrarse en los sentimientos de una supuesta patria que no está clara, que se define más por la unión frente al enemigo (ahora Europa y Cataluña) que por un sentir común. Se ensalza el orgullo de lo pobre, de lo chabacano, de lo garbancero venido a menos. Un discurso que no rechinaría si lo lleváramos 60 años atrás.
Esto no es un optimismo inteligente, es poner la venda a los caballos para que sigan tirando del carro. Para qué cambiar si, digan lo que digan las estadísticas y las leyes represivas, aquí se vive de puta madre y somos los mejores. Este spot trabaja más sobre el conformismo que sobre un despertar colectivo hacia un cambio notorio, más allá de arreglar el mundo a partir de las siete en los bares. Se ensalzan hábitos bastante cuestionables y que en muchas ocasiones han supuesto una auténtica limitación personal para muchos. La forma distrae del fondo y, como digo, la publicidad es un reflejo de las necesidades sociales: qué argumentos se utilizan, cuáles funcionan y cuáles no, son buenos indicadores de cómo estamos. Que cada uno saque sus conclusiones en este aspecto.
Entiendo que la publicidad no tiene que ser social, ni mucho menos, pero me esperaba más. Por ejemplo, podrían haber mantenido la idea de país de pandereta para preguntar qué valores de otros países nos gustaría que formaran parte de España. Manteniendo el tono de broma, podrían haber planteado una España con un poco de lo mejor de aquí y de allá, plantear un horizonte al que nos pudiéramos sumar desde la ilusión. Crear una nueva identidad común con lo mejor de nosotros (el embutido y la marca tendrían su espacio) y haciendo propio, a nuestra manera, lo mejor de otros.
En definitiva, me hubiera gustado una invitación a ser y ampliar esa mejor parte de nosotros y no conformarnos con la que hay. Cada vez más, quedarse sí que se está convirtiendo en un acto de patriotismo. Por desgracia, de momento bastante vacío.
Pero claro, qué más da porque seguimos siendo los mejores.
Y olé.