Ooooh sí, ya están aquí. Se pueden sentir incluso por encima de cielos encapotados y ríos desbordados. Es una sensación a prueba de nubes grises y el FMI. Porque, cuando llegue el momento, esperamos que el sol esté ahí y que nuestro jefe se quede tranquilito y bien lejos de nuestro espacio tiempo. Y, definitivamente, ya queda menos.
Vacaciones. Para unos serán hacer algo realmente interesante, historias que contar por las buenas o por las malas. A otros les bastará con dejar de hacer lo que sea que les quite el sueño por las noches. Hay vacaciones de escape, vacaciones de compromiso, vacaciones que son un premio y vacaciones que son un auténtico castigo. Incluso hay quien ya se planifica las vacaciones de las vacaciones. Too much.
Mirando un poco hacia atrás, dos años, al menos para mí las vacaciones fueron algo más que un descanso.
En 2011 tuve la «suerte» de disponer de un mes y medio de vacaciones, dado que el año anterior sólo me había cogido medio mes. Así que aproveché para pillarme un mes entero, por primera vez en 10 años de vida laboral como creativo publicitario. Hice de todo y me lo pasé de lujo. Desconecté de verdad y me alejé lo suficiente de mi rutina para plantearme seriamente algunas cosas:
¿Cómo era posible que amigos que no estaban de vacaciones estuvieran menos estresados que yo estando de vacaciones? ¿Por qué la idea de volver a un trabajo que se supone divertido me aburría terriblemente? ¿Cómo era posible que me hubiera olvidado tanto de un ocio más sano y más real que la búsqueda de reconocimiento y el postureo típico de los saraos publicitarios? ¿A dónde me conducía un trabajo que se adueñaba de mi tiempo, mis fines de semana y una media de tres horas extra al día?
Y había más, claro. Por fortuna, también hubo respuestas y decidí atreverme a dar un giro a mi carrera profesional, un giro que incluyera más espacio a mi vida personal. Cuando no quieres ser como tus jefes, algo hay. Decidí que mi trabajo era incompatible con la vida que quería vivir. Y en el fondo era yo el que aceptaba las reglas.
Así que llegué de las vacaciones con ganas de jugar a otro juego. Aún con un propósito todavía un tanto difuso, decidí reconectarme con mi carrera de Psicología a través de un master en Coaching, Inteligencia Emocional y PNL. Al fin y al cabo lo había estado aplicando y esas vacaciones me dieron la energía y el convencimiento suficiente para apostar.
Y es que las vacaciones son un excelente momento para conectar con lo que realmente te gusta y quieres de la vida. En la mayoría de los casos, serán sensaciones extrapolables a otros campos y momentos de tu vida. En mi caso, libertad, amistad, diversión, familia, hacer las paces con uno mismo, espacio para la pareja… en definitiva, opciones. Y ganas de ponerme a ello.
Yo tuve la suerte de disponer de un mes para que todo esto se tradujera en algo. Me hubiera resultado difícil en menos tiempo. Como que tardas una semana en desconectar y antes de que te des cuenta ya estás pensando en la vuelta. Y qué rabia el tiempo perdido y empezar las vacaciones con la cabeza en otra parte, ¿eh?
En otros posts, a estas alturas, me estaría despidiendo con alguna pregunta lanzada al aire. Esta vez me gustaría dar una opción para maximizar tu tiempo, para divertirte a la vez que disfrutas de tu espacio para replantearte la nueva temporada sin comeduras de cabeza. Más allá del autobombo, se trata de un taller de Inteligencia Emocional para clarificar objetivos vitales y vivir el presente, que tendrá lugar del 28 al 30 de Junio. En colaboración con Mente Colectiva y cuyo programa puedes ver aquí. Y la conjunción de psicología con creatividad publicitaria han dado lugar a una modesta campañita:
Un taller para disfrutar las sensaciones de las vacaciones todo el año en vez de un mes diseminado en semanas. No tienen por qué ser cambios de 180º. Tampoco mareos de los 360º. Basta empezar por algo que sea significativo para ti. Huir de las preguntas también te alejará de las respuestas que necesitas.
Independientemente del taller, las vacaciones se disfrutan mucho más si sabes que después te espera un objetivo movilizador que tengas en mente. ¿Lo tienes?